El
próximo 22 de febrero se celebra el Día Europea de la Igualdad Salarial. Lo que
significa que las mujeres tienen que trabajar 53 días más que los hombres para
cobrar lo mismo. El Primer Día Europea de Igualdad Salarial se celebró el 5 de
marzo de 2011 y, por tanto, en los últimos años se ha producido una ligera
reducción de la brecha salarial pero, no porque los sueldos de las mujeres se
hayan incrementado sino, porque los de los hombres han disminuido como consecuencia
de la crisis económica en la que nos encontramos.
Recordemos
que la #brechasalarial hace
referencia a las diferencias salariales entre hombres y mujeres a la diferencia
existente entre los salarios percibidos por los trabajadores de ambos sexos,
calculada sobre la base de la diferencia media entre los ingresos brutos por
hora de todos los trabajadores.
El
impacto que las diferencias salariales tienen sobre las mujeres es que obtienen
menos ingresos a lo largo de sus vidas, lo que conduce a pensiones más bajas y
a un mayor riesgo de pobreza en la tercera edad. Así, lo señala el informe
de UGT Trabajar
igual, cobrar igual (basado en los datos de la Encuesta
de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística con datos de 2012,
aunque se publicaron en junio de 2014 y señalaba que las mujeres tenemos que
trabajar 70 días más al año para cobrar lo mismo. Es decir, 11 años más para
cobrar la misma pensión.
Teniendo
en cuenta que, como señala el informe Impacto
de las pensiones en la mujer. Jubilación y calidad de vida en España del
Centro Internacional Trabajo y Familia de IESE Business School y Vida Caixa, en
España, los hombres trabajan una media de 43,4 años y las mujeres 12,8 años,
debido a que se incorporan más tarde (la situación de crisis condiciona las
posibilidades de encontrar trabajo) y en menor medida al mercado laboral (
cuando lo hace, utiliza en mayor medida los contratos a tiempo parcial y su
trayectoria profesional es interrumpida durante diferentes períodos de su vida
(por ejemplo, excedencias por cuidado de hijas e hijos), parece bastante claro
que la solución para cobrar la misma pensión es complicada, si vuelve a recaer
en las mujeres y en fórmulas de conciliación de la vida personal, familiar y
laboral que se basan en el mantenimiento de roles y estereotipos de género de
manera que sean las mujeres las que para seguir atendiendo a las responsabilidades
derivadas del sostenimiento de la vida (Cristina
Carrasco ) condicionen el desarrollo de su carrera profesional. Las
consecuencias las vemos a largo plazo,
por ejemplo, con las pensiones o con la inestabilidad laboral… pero, qué ocurre
en el corto.
Por
un lado, asistimos a un sistema de culpa, donde las mujeres se sienten, (siento)
que llegamos tarde a todo y encima si
sale bien, es pura casualidad. Estar agotadas de principio a fin y, en muchos
casos, preguntándonos si la solución estará en la gestión del tiempo.
Y,
por otro, a una dependencia económica de la pareja. Así, hoy también se
publicaba una noticia sobre el estudio
“Desigualdades de género en la distribución de los recursos económicos en las
parejas” realizado por las profesoras de Sociología Capitolina
Díaz (Universidad de Valencia), Sandra Dema (Universidad de Oviedo) y Lucila
Finkel (Universidad Complutense), el cual señalaba que “Los límites para determinar los efectos de este desequilibrio
económico se sitúan en el 15%. Es decir, cuando un miembro de la pareja gana
este porcentaje de más que el otro se puede hablar de "dependencia
económica" y esto tiene unas consecuencias. (…) Hacer reformas en casa,
comprar un coche, decidir si se contrata ayuda doméstica son ejemplos de
decisiones económicas importantes que afectan a las hechuras de la pareja y de
cada uno de sus componentes. Esta diferencia de ingresos sitúa a la mujer en
una posición de partida peor para utilizar el dinero”.
En
definitiva, la brecha salarial de género condiciona el presente y el futuro de
la sociedad en su conjunto, aunque, a priori, parezca que sólo afecta a la
mitad de la misma, ni más ni menos.
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